Repaso de las tres opciones del gabinete israelí, en el que existe el consenso de que hay que responder al primer ataque directo iraní de forma que no provoque una guerra o escalada.
Por Sal Emergil
después e incluso durante el primer ataque directo iraní, el gabinete israelí estudia la respuesta. La discrepancia no es sobre «la necesidad» de responder, sino cómo y cuándo.
«Estamos considerando nuestros pasos. El disparo de tantos misiles, misiles de crucero y drones contra el territorio de Israel tendrá respuesta», anunció el jefe del ejército, Herzi Halevi, con un caza de combate como fondo, en alusión al ataque del pasado sábado por la noche. Una fecha que los israelíes recordarán de forma positiva por la neutralización de la inmensa mayoría de los 350 drones y misiles (gracias también a la decisiva y activa participación de otros países) y negativa por la clara erosión de su capacidad de disuasión (atacados de forma frontal y amplía sin miedo a la respuesta) ante Irán.
El objetivo de Israel es enviar «un mensaje» a su gran enemigo sin que provoque una guerra que añada un nuevo frente a los seis ya abiertos tras el 7 de octubre. Pero no es algo que se pueda prever con absoluta certeza, sobre todo si tenemos en cuenta que la Inteligencia israelí creyó de forma equivocada que no respondería de forma significativa y directa a la muerte de siete oficiales de la Guardia Revolucionaria en el ataque del pasado 1 de abril en Damasco. Consciente de los mensajes que llegan desde Israel y tras alegar que actuó «de forma legítima tras ser atacado el consulado»», Irán elevó su estado de alerta y avisa de que «una nueva agresión del ente sionista tendrá una respuesta mucho más contundente».
Bajo presión diplomática de sus principales aliados, liderados por el presidente estadounidense Joe Biden para que no ordenen una represalia y, si la hay, que sea limitada, el Gobierno de Benjamin Netanyahu debe tomar la decisión cuando su país se encuentra inmerso en una de las guerras más largas de su historia (con Hamas) que pasa factura interna (por el número de soldados muertos o la situación de los secuestrados aún cautivos tras el ataque del 7 de octubre) y externa (por la condena generalizada por el elevado número de palestinos muertos y la dramática situación humanitaria en la Franja de Gaza) y al borde de una guerra aún mayor (Hizbulá). Las milicias – una palestina y la otra libanesa- están apoyadas y financiadas por Irán cuyo ataque deja tres opciones en la mesa del gabinete.
NO RESPONDER
El gabinete parece descartar una opción que en otros tiempos incluso sería impensable de plantear ante un ataque de semejantes dimensiones. El precedente de la ausencia de respuesta al ataque iraquí en 1991 no es válido. Entonces, Israel no participó en la Guerra del Golfo y, presionado por EEUU, su primer ministro, Isaac Shamir, no cayó en la trampa de Sadam Hussein que buscaba una respuesta israelí para romper la coalición de Estados Unidos y sus aliados con los países árabes. En ese momento, Shamir fue muy criticado. Con el paso del tiempo, fue elogiado.
Los principales partidarios de no responder a los drones, misiles balísticos y misiles de crucero no son israelíes sino estadounidenses, franceses, ingleses, etc… Los países aliados de Israel condenan el ataque iraní y participaron en su neutralización, pero desde entonces presionan a Netanyahu alegando que no sería inteligente tras «el fracaso» de la Guardia Revolucionaria y el temor a una escalada regional. Los mensajes llegados de Washington, París y Londres se resumen así: «Es más importante aislar a Irán que una represalia».
Pero también en Israel hay quien piensa, como el ex ministro de Defensa Moshe Yaalon, que lo mejor es no atacar y llegar a acuerdos con EEUU no solo sobre Irán sino también sobre la ofensiva en Gaza y la liberación de secuestrados en un canje. Precisamente una de las bazas de los partidarios de esta opción es que permitiría a Israel recuperar parte de la legitimidad y de la comprensión en la comunidad internacional, completamente perdidas debido a la devastadora ofensiva en Gaza.
ATAQUE EN LA SOMBRA Y SIN CAZAS
Por ejemplo, golpear quizá de forma cibernética aspectos sensibles para el régimen islámico como el plan nuclear o la industria de misiles, drones o energía. Esta opción buscaría restaurar la capacidad de disuasión ante su enemigo y el resto de la región, pero sin caer en una guerra ni provocar el enfado de EEUU. Este lunes se filtró en la prensa local que Netanyahu pidió una lista de objetivos de ataque pero sin causar muertos.
«Tenemos una oportunidad de establecer una alianza estratégica contra la amenaza grave iraní que amenaza con poner cabezas nucleares en sus misiles», afirmó el ministro de Defensa Yoav Gallant, que al mismo tiempo y según Axios aclaró a su homólogo estadounidense Lloyd Austin: «Israel no tiene más remedio que responder».
Más allá de la reacción directa de Teherán, Israel teme que una respuesta contundente lleve a Hizbulá a intervenir con ataques de mayor envergadura de los realizados en el intercambio de golpes desde el inicio de la guerra en Gaza.
Si el gabinete elige una acción en la sombra y sin necesidad de enviar sus cazas de combate, entonces la misión será encargada al Mosad.
ATAQUE MILITAR
Misil por misil y dron y por dron. Si no fuera por el éxito del escudo defensivo que evitó que el ataque causara víctimas mortales, ya que sólo provocó heridas a una niña y daños a dos bases en Israel y la intervención de Biden, los planes de la Fuerza Aérea para atacar Irán de forma significativa ya hubieran sido ejecutados el domingo a primera hora.
Los partidarios de esta opción incluyen muchos matices. Los más vocales son los dos ministros ultranacionalistas, Bezalel Smotrish e Itamar ben Gvir, que aunque con poca influencia en las decisiones sobre la guerra, son necesarios para que Netanyahu siga gobernando y evite el adelanto electoral. Según ellos, todo lo que no sea una réplica contundente pondría en peligro a la seguridad de su país.
Pero hay muchos otros que, sin ser tan radicales, también sostienen que Israel no puede permitirse el lujo de no responder a lo que ven como «declaración de guerra». Si el Ejército no golpea directamente a Irán, avisan, no le disuadirá a nuevos ataques en el futuro. Y alegan que cuando su país transmite debilidad, suele ser atacado.
De hecho, el fracaso militar israelí para detectar y luego frustrar el ataque de Hamas del 7 de octubre fue seguramente importante para que el ayatolá Ali Jamenei decidiera atacar con misiles y drones. «Si no fuera por el 7-O y el aislamiento de Israel, ¿alguien puede pensar que Irán hubiera iniciado una guerra contra Israel debido a la liquidación (el jefe de Al Quds en Líbano y Siria, Mohamed Reza Zehadi) en Damasco? Por supuesto que no», escribe el comentarista Nadav Eyal que en el diario Yediot Ajaronot cita a fuentes de Inteligencia occidentales para señalar que el enfrentamiento entre Israel y EEUU y la comunidad internacional respecto a la guerra en Gaza dio ánimos a Irán «para elegir una acción agresiva y directa».
La represalia militar puede limitarse también en objetivos de la Guardia Revolucionaria y sus milicias fuera de Irán.
Israel comunicó a EEUU la decisión de responder, así como la promesa de que le avisará con antelación ante la posibilidad de la réplica iraní en una cadena de acciones y reacciones que han elevado la alerta en la región.
Fuente el Mundo.