A pesar de los fuertes lazos entre China y Palestina durante el maoísmo, su relación ha cambiado desde el liderazgo de Xi Jinping. Por otro lado, la relación entre Israel y China está basada en la expansión e importancia de los puertos y empresas israelíes para Pekín.
Por Miquel Ribas Llado
El 7 de octubre de 2023 el Estado de Israel sufrió, por parte del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), un ataque que infligió un golpe significativo a la seguridad del Estado Judío. En respuesta, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu inició una guerra con ataques y hostilidades desproporcionadas contra la población civil de la Franja de Gaza. Un hecho que ha llevado a Estados como Sudáfrica a denunciar a Israel frente a la Corte Internacional de Justicia por genocidio.
Los aliados de Israel, como Estados Unidos y Europa, han apoyado a Israel basándose en el derecho a defenderse, pero instándole a actuar con proporcionalidad. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken y el alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell han viajado a Oriente Medio para negociar con Netanyahu y los Estados árabes vecinos, aunque sus esfuerzos no han dado resultado, pues no han detenido las actividades militares de Israel contra la población de la Franja ni tampoco han logrado bajar la intensidad de los ataques.
Rusia, por su parte, ha acusado a Occidente de doble rasero por su actitud en el conflicto de Ucrania con el de Gaza, al tiempo que ha mostrado un enfoque más pro Palestina proveyendo de ayuda humanitaria y criticando el elevado número de bajas civiles palestinas por parte de los ataques de Israel. En el contexto de mediación diplomática, China no ha tenido intervención reseñable y solo se ha limitado a hacer llamamientos a la diplomacia y al cese de las hostilidades. Al contrario que Europa y Estados Unidos, China ha mantenido un perfil bajo.
En este punto, para entender la actitud de China es necesario comprender la historia de las relaciones con Palestina e Israel además de poder realizar una prospectiva sobre el papel que pueda tener China, si pudiera cambiar su enfoque o si va a seguir manteniendo una política de evitar interferir o verse involucrada.
Relaciones entre China y Palestina: lazos históricos profundos
Aunque China, al igual que las grandes potencias, reconoció al Estado de Israel en el año 1949, las relaciones bilaterales se truncaron rápidamente. Sobre todo, como resultado de la política exterior de Mao, que estaba centrada en la lucha de liberación de los países coloniales con objeto de crear su propia esfera de influencia en el marco de la teoría maoísta de «los tres mundos». En el marco de dicha política, los países árabes, en general, y los palestinos, en particular, eran muy importantes, puesto que constituían una parte relevante de los Países No Alineados, del cual la China maoísta quería ser líder. Este objetivo llevó a Mao a romper las relaciones diplomáticas con Israel, abogando por la destrucción total del Estado Judío y su reemplazo por un Estado árabe palestino.
Desde 1965 hasta 1970, China ayudó con apoyo financiero, diplomático e incluso militar a los palestinos. Además, cabe señalar que China se convirtió en el primer Estado no árabe, que reconoció a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) fundada en 1964. Además, desde 1965, se ha conmemorado el Día de la Solidaridad con el Pueblo Palestino.
A pesar de los fuertes lazos entre China y Palestina durante el maoísmo, estos se redujeron sustancialmente tras la muerte de Mao. Deng Xiaoping, sucesor de Mao, abandonó el intervencionismo que había caracterizado la política exterior de su antecesor, abogando por mantener un perfil bajo y evitar reivindicar liderazgo. Su política se caracterizó por una aproximación a Estados Unidos y los países del bloque capitalista. Sin embargo, a pesar de este nuevo enfoque, Pekín no reconoció a Israel hasta 1992.
Más allá de los cambios que tenían lugar en la transición entre el maoísmo y el socialismo con características chinas, Pekín ha mantenido siempre su apoyo a Palestina y al derecho de los palestinos a disponer de su propio Estado. Este hecho se connotó tras la muerte de Yasir Arafat en 2004, cuando este fue descrito por parte del Presidente chino, Hu Jintao, como «un gran amigo» de China al tiempo que muchos chinos sintieron simpatía y pesar por la muerte de este presidente de la Autoridad Nacional Palestina, a quien aún ven como un héroe de la resistencia nacional.
Relaciones entre China y Palestina tras la llegada de Xi-Jinping: una gran amistad
La llegada de Xi Jinping ha representado un cambio significativo en el papel que debe jugar China en el sistema internacional. Xi ha puesto fin a la modestia china del denguismo en el sistema de relaciones internacionales. Para Xulio Ríos la doctrina de «paciencia estratégica» característica del período de Deng ha sido reemplazada por un nacionalismo ascendente y una firme voluntad de proyectar poder en el exterior.
Actualmente, uno de los ejes principales de la política exterior china se sustenta en Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), el gran proyecto chino propuesto por Xi Jinping en 2013, de alcance global. La IFR se trata de un proyecto destinado a la financiación, por parte de Pekín, de proyectos logísticos para conectar China con Europa. La IFR sitúa a la región de Oriente Medio como un territorio de gran relevancia para su política exterior. Esto ha llevado a China a fortalecer sus relaciones con los Estados regionales mediante acuerdos económicos y comerciales mutuamente beneficiosos, principalmente en el sector de la energía y logística. Un elemento que confirma la importancia de la región para China tuvo lugar recientemente, al devenir un mediador esencial para que Riad y Teherán restableciesen relaciones diplomáticas tras siete años de ruptura.
En este contexto, la rivalidad entre israelíes y palestinos ha devenido como una advertencia que puede poner en cuestión la estabilidad regional que persigue China. Del conflicto están emergiendo problemas derivados del terrorismo y la violencia que tanto Israel como Palestina llevan a cabo mediante diferentes acciones que constituyen un problema y que incrementan enormemente los niveles de incertidumbre y estabilidad regional junto con otras aristas como la presencia de Estados débiles y fallidos, grupos terroristas, piratería y grupos paramilitares que pueden, potencialmente, afectar al comercio entre China y el Mediterráneo por el corredor China-Asia Occidental.
El mundo occidental, principalmente tras la llegada de Trump, ha roto con su tradicional aproximación al conflicto de buscar un equilibrio entre partes en el marco de la solución de dos Estados. Se han erigido como un firme apoyo de Israel en torno a sus demandas. Un ejemplo de ello fue cuando, por vez primera en 70 años, Washington trasladó su embajada de Tel Aviv a Jerusalén. De esta forma, Estados Unidos rompió con un consenso de la comunidad internacional desde la fundación del Estado de Israel, la mediación en los acuerdos de Abraham dónde muchos Estados árabes que se negaron a reconocer al Estado de Israel hasta que los palestinos tuviesen su Estado y que para los palestinos ha sido interpretado como una traición a la Iniciativa de Paz Árabe propuesta por Riad en 2002 y que seguía la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU.
La pérdida de apoyo occidental hacia la causa Palestina ha llevado al presidente del Estado Palestino y sucesor de Yassir Arafat, Mahmoud Abbas, a buscar el apoyo de Pekín hacia la causa palestina. En este contexto, en 2013, tras la llegada de Xi Jinping a la presidencia de la República Popular China, Abbas viajó a Pekín para reunirse personalmente con el nuevo líder chino. En la visita oficial, Xi Jinping, expresó su apoyo a un Estado palestino independiente y su deseo de una coexistencia pacífica entre palestinos e israelíes. Además, a lo largo de la visita se suscribieron todo una serie de acuerdos entre China y Palestina en áreas de educación, formación, cultura y tecnología.
Durante los años de la presidencia de Xi Jinping, la posición de China frente al conflicto israelí-palestino se ha mantenido constante. En el transcurso de estos años, las muestras de apoyo del Partido Comunista Chino (PCCH) ha tenido diferentes manifestaciones como la declaración de apoyo a la creación de un Estado Palestino con capital en Jerusalén Este que tuvo lugar en el año 2016 en consonancia con el Derecho Internacional, la intención de China de acoger negociaciones directas entre representantes palestinos e israelíes o la afirmación del Ministro de Asuntos Exteriores Chino, Wang Li, quien afirmó que: «mientras la cuestión palestina no esté resuelta, la lucha de China para apoyar la causa justa nunca se detendrá» mostrando la declaración de cuatro puntos del presidente Xi como la explicación más autorizada sobre la posición de la parte china. Esta se sustenta en:
- Abogar por el fortalecimiento de la autoridad de la Autoridad Nacional de Palestina.
- Apoyar a las facciones palestinas para lograr una reconciliación interna.
- Celebrar una conferencia internacional de paz de mayor escala con los miembros del Consejo de Seguridad y los actores regionales.
- Instar a la comunidad internacional a prestar más atención y aumentar su aportación para desempeñar un papel constructivo en la resolución final de la cuestión de Palestina.
En 2018, Xi y Abbas mantuvieron contactos con motivo de la celebración del trigésimo aniversario de las relaciones diplomáticas. Xi Jinping recalcó el hecho que China fue un Estado pionero en entablar relaciones diplomáticas con Palestina y apoyar su causa. Además, también añadió que, para Pekín, el desarrollo de las relaciones bilateral es sumamente importante. Igualmente, en 2020 Xi manifestó su compromiso en integrar Palestina como miembro de pleno derecho de la ONU y un impulso para desarrollar una asociación estratégica para continuar brindándose apoyo mutuo en cuestiones relacionadas con las preocupaciones fundamentales de cada uno y la importancia de los palestinos para promover relaciones sino-árabes en materia de desarrollo y seguridad global.
Además, también defendió el impulso en la cooperación económica conjunta para mejorar las condiciones de vida de los palestinos enfatizando que la «cuestión palestina» es considerada el núcleo de la situación de Oriente Medio. Allí, China apoya las «justas demandas» del pueblo palestino y todos los esfuerzos que conduzcan a una solución acordada y aceptada por ambas partes. Dichas muestras de apoyo hacia la causa del pueblo palestino por parte de Pekín han sido correspondidas por Ramálah (sede administrativa del Gobierno del Estado de Palestina).
Una de las más recientes tuvo lugar el 7 de julio de 2021, con motivo de la celebración del centenario de la fundación del PCCH, cuando Mahmoud Abbas destacó los logros del Partido Comunista Chino en relación con la construcción de un desarrollo económico sostenido, al tiempo que resaltó el papel fundamental que debe jugar Pekín para lograr la paz y la estabilidad en la región de Oriente Medio. Además, Abbas, en nombre del pueblo palestino, expresó su apoyo a la posición justa de China sobre sus intereses centrales, incidiendo en el hecho que, actualmente, China es el «amigo» más confiable del pueblo palestino.
Israel: un socio relevante para China
A pesar del apoyo diplomático chino hacia los palestinos y la voluntad de Pekín de mejorar sus lazos con Ramálah (capital administrativa del Estado Palestino), es ciertamente improbable que las diferencias entre israelíes y palestinos puedan solucionarse pronto dado el giro que dieron las relaciones entre Israel y China tras el reconocimiento diplomático en 1992.
Israel se ha trasformado durante los últimos años: pasando de ser un país de comunas agrícolas (kibutz) a convertirse en uno de los mayores hubs tecnológicos del mundo y un laboratorio de startups (empresas emergentes). Un contexto que, en el marco de la estratégica china del impulso de sectores económicos de alto valor añadido como las industrias tecnológicas, telecomunicaciones, espacial o de armamento, sitúan a Israel como un socio estratégico y comercial importante manifestada en la percepción de Pekín para quien Israel es considerado como «un polo de innovación».
Por otro lado, la situación estratégica de los puertos israelíes ha hecho que China busque invertir en ellos con objeto de evitar la dependencia de los estrechos de Malaca y Bab el-Mandeb, así como el Canal de Suez y conectar el Medio Oriente con Europa y el Norte de África. Esto ha llevado al gigante chino, a través de Shanghái International Port Group, a hacerse con el control del Puerto de Haifa considerado estratégico para la IFR. Esta adquisición sigue el objetivo de la estrategia de puertos de Pekín la cual está centrada en crear «un ciclo autosustentable entre el comercio, el poder militar y la influencia». Igualmente, Pekín tiene intereses con el desarrollo de sistemas logísticos a través de la participación en proyectos de ampliación de puertos israelíes.
Al mismo tiempo, las relaciones económicas bilaterales se han incrementado sustancialmente durante la última década. Especialmente en 2018 cuando China se convirtió en el segundo socio comercial de Israel en exportaciones y el primer socio en importaciones, al tiempo que cada vez más empresas chinas están llevando a cabo proyectos de construcción que operan en Israel, pues consideran a las empresas de Israel muy competitivas.
Una mejora en las relaciones que se vio reflejada con el acuerdo, culminado en 2017, fue el establecimiento de una «asociación integral innovadora» que permite a Pekín acceder a la tecnología, principalmente militar, que Washington no está dispuesto a venderle. Igualmente, ambos Estados han estado desarrollando proyectos de colaboración en varias áreas, tales como la educación, donde cada vez están alcanzando más acuerdos en la expansión de campus universitarios, junto con el desarrollo de iniciativas de investigación conjuntas en varios campos académicos entre universidades chinas e israelíes.
Además, como resultado de la creciente cooperación bilateral sino-israelí, la cultura china se está popularizando en Israel gracias al incremento de los flujos de turistas chinos a Israel, quienes han registrado incrementos porcentuales significativos en los últimos años. Así, en 2016, se registró un incremento del 69%, una cifra altamente inusual. Igualmente, en 2019 (año prepandemia) el incremento en el flujo turístico de chinos que visitaron Israel fue de un 36,7%. Además, la cultura judía en China está en una tendencia ascendente, dada la profundización de los vínculos que se están desplegando con Israel.
El creciente fortalecimiento de las relaciones bilaterales con Tel Aviv ha llevado a calificar la postura china de ser demasiado tibia con Israel. En este punto, el portavoz chino en el Ministerio de Asuntos Exteriores ha tenido que desmentirlo afirmando que «muy poca gente piensa que China no critica claramente a Israel. China condena la violencia contra la población civil, especialmente Israel debe contenerse y abandonar la violencia, la intimidación y la provocación».
Todas esas razones muestran que China, a pesar de la desconfianza hacia la alianza entre Israel y Estados Unidos no puede prescindir de Israel como socio estratégico en el marco de los objetivos que Pekín pretende alcanzar. Esto provoca que Pekín intente mantener un equilibrio y evitar verse implicado directamente entre Israel y Palestina (tal vez se podría decir que mantiene una cierta equidistancia) para evitar un aumento de inestabilidad en una de las regiones más volátiles del mundo y que Pekín considerada de relevancia para los intereses chinos en el marco de la IFR.
China está en una posición única en el marco del conflicto entre israelíes y palestinos, pues es uno de los pocos actores que mantiene buenas relaciones con ambos (aunque por diferentes razones). En este contexto, tomar parte por uno u otro, le supondría mucho que perder y poco (o nada) que ganar, puesto que, hasta el momento, la guerra no afecta a sus intereses clave. Además, la intervención en asuntos internos de otros Estados va en contra de los 5 Principios de Coexistencia Pacífica que Pekín defiende. Por esta razón, mientras el conflicto se desarrolle en Gaza y no escale regionalmente y que afecte a su comercio y a su economía, más allá de llamamientos a la paz y a la solución pacífica del conflicto basándonos en el Derecho Internacional, es altamente improbable que Pekín sea involucrada en la contienda.
Fuente Lisa News
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