Tras los ataques del 7-O, formó un equipo para «aprender las lecciones» de la guerra en Oriente Próximo como ya hizo con la invasión rusa.
Por Lucas de la Cal
Los ecos de una guerra que todavía no había comenzado llegaron a Taiwan cuando, justo en la víspera de la invasión rusa de Ucrania, la presidenta Tsai Ing-wen ordenó en un comunicado público a sus fuerzas armadas que intensificaran la vigilancia y permanecieran alerta ante la actividad militar en la región. Rápido, las miradas se clavaron en China. Había cazas chinos sobrevolando el estrecho que separa ambos territorios, pero eso era lo normal. Nada se salía de la rutina de presión diaria.
Aun así, las palabras de Tsai desataron una ola de histerismo entre muchos taiwaneses. El ambiente estaba tan revuelto, sobre todo después de que en febrero de 2022 Rusia comenzara su «operación militar especial», como lo llamó Putin, que la propia Tsai tuvo que hacer un llamamiento a la calma, aclarando que «Taipei no es Kiev».
No lo es. Pero, nada más comenzar la guerra en Ucrania, el Ministerio de Defensa de la isla creó un grupo de trabajo para seguir a diario el conflicto y así poder mejorar su libro de jugadas en caso de que China decidiera lanzar un repentino ataque a la isla autogobernada.
«Taiwan está en la primera línea de la expansión autoritaria y la invasión rusa de Ucrania nos mostró cómo un país pequeño puede resistir a un atacante mucho más grande», dijo unos meses más adelante la líder Tsai, justo cuando anunciaba una extensión del servicio militar obligatorio, que las mujeres por primera vez se podrían apuntar como reservistas del ejército y que las fuerzas estadounidenses empezarían a entrenar a grupos de soldados taiwaneses.
Más de un año después, los ecos de otra guerra han vuelto a aparecer por Taipei y el Gobierno de Tsai está tomando nota de nuevo. El 7 de octubre, Hamas atacó por sorpresa a Israel, disparando miles de cohetes simultáneamente, rompiendo la Cúpula de Hierro, un moderno sistema de defensa aérea, e infiltrando a combatientes por el sur de Israel, que entraron por tierra, mar y aire. Todos conocen la masacre que vino después.
Muy lejos de allí, el ejército taiwanés, al igual que hizo cuando el ejército ruso atacó a Ucrania, formó un equipo para «aprender las lecciones» de la guerra entre Israel y Hamas. Esas palabras textuales fueron las que utilizó el ministro de Defensa, Chiu Kuo-cheng, asegurando que ese trabajo -«recopilación de inteligencia»- era clave contrarrestar las amenazas de China, que promete constantemente la «reunificación», por la fuerza si es necesario.
«El Ejército Popular de Liberación no mostrará piedad ante cualquier movimiento en favor de la independencia de Taiwan. No importa quién desee separar a Taiwan de China de cualquier manera, el ejército chino nunca lo aceptará«, dijo esta misma semana, en un foro de seguridad en Pekín, el general Zhang Youxia, vicepresidente de la Comisión Militar Central, el segundo hombre fuerte del ejército chino, solo por detrás en la cadena de mando del presidente Xi Jinping.
«Las amenazas son constantes y tenemos todos los días a aviones de combate chinos cruzando la línea media del estrecho (una frontera marítima no oficial). Antes de atacar, juegan con la guerra psicológica. Pero nosotros cada vez vamos a estar mejor preparados para resistir una invasión», aseguran a este periódico fuentes diplomáticas del Gobierno taiwanés.
VIGILAR LOS PASOS DE OTROS
«Por ello es importante que, cada vez que explote un conflicto internacional, vigilemos todos los pasos que dan los involucrados, tanto los que combaten, como los países vecinos y las potencias occidentales», continúan. Los funcionarios quieren dejar claro que, a diferencia de lo sucedido en Ucrania o Israel, es casi imposible que un ataque del ejército chino les pille por sorpresa. El estrecho de Taiwan, de 130 kilómetros, separa ambos territorios y actúa como barrera natural.
Cualquier movimiento por mar o aire sería detectado rápidamente por los sistemas de alerta temprana de Taipei, que están a pleno rendimiento a diario por las maniobras militares y simulaciones de invasión que el ejército chino ejecuta continuamente cerca de la isla. Una presión que se ha mantenido en niveles muy altos desde la provocadora visita a Taiwan en agosto de 2022 de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi.
Taiwan, en su apuesta por la autodefensa, continúa tratando de modernizar su ejército y comprando más armas a EEUU. Tiene pedidos de equipo militar estadounidense pendientes de recibir por valor de más de 14.000 millones de dólares. Aunque desde el Congreso estadounidense han señalado que la guerra en Gaza, como ocurrió con Ucrania, reducirá el suministro de armas a Taipei, o al menos lo ralentizará.
El próximo 13 de enero, Taiwan celebra elecciones presidenciales. Después de dos mandatos, Tsai Ing-wen deja paso a la candidatura de su actual vicepresidente, Lai Ching-te, al frente del gobernante Partido Democrático Progresista (PPD). Es el gran favorito en las encuestas. Sus rivales serán Hou You-yi (Kuomintang) y Ko Wen-je (Partido Popular de Taiwan), quienes mantienen una posición más cercana a Pekín, aunque también rechazan la fórmula de «reunificación» que propone China bajo la fórmula de ‘Un país, dos sistemas’, que otorgaría gran autonomía a la isla, pero su Gobierno estaría completamente supeditado a las decisiones de Pekín.
«El pueblo de Taiwán tiene que tomar una decisión sobre si la isla continúa avanzando en el camino hacia la democracia o camina hacia los brazos de China«, dijo Lai hace unos días. Su candidatura incluye como número 2 a la ex embajadora en Washington, Hsiao Bi-khim, uno de los grandes azotes de Pekín en los últimos años y fiel partidaria de la independencia formal de la isla.
Lai ha continuado estos últimos días haciendo un llamamiento a los electores taiwaneses para que elijan entre dictadura y democracia. También, siguiendo la estela de su valedor y protector de Washington, ha mostrado su apoyo total a Israel, con quien la isla no mantiene vínculos diplomáticos formales. El ministro de Exteriores, Joseph Wu, tras ser cuestionado en el Parlamento por la posición de Taipei, se abstuvo de condenar públicamente los ataques israelíes en Gaza.
«Tanto Taiwan como Palestina se enfrentan a un vecino con capacidades militares sustancialmente más avanzadas y poblaciones cada vez más nacionalistas. Uno podría imaginarse a China impidiendo las importaciones de alimentos y energía a Taiwan mediante un bloqueo, como lo ha hecho Israel en Gaza», dice Philip Hou, director de la organización pro derechos humanos Peace for Taiwan. «Por todas estas razones, Taiwan debería unirse al grueso de la comunidad internacional y defender a los inocentes en Gaza».
Fuente el Mundo
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