Por Isaac Nahón Serfaty
El ataque de Hamás al pueblo judío puso en relieve una guerra aún más profunda. Se trata de la batalla de los relatos donde se suele confundir a los terroristas como líderes de una causa.
Vivimos un momento global de confusio linguarum (confusión de las lenguas) al mejor estilo de la Torre de Babel. El conflicto entre Israel y Hamás nos ha mostrado lo difícil que resulta hablar con justeza sobre las implicaciones humanas y morales de este nuevo episodio de una guerra centenaria entre judíos y árabes-musulmanes en el Medio Oriente. Y toda esta confusión es apalancada por los medios de comunicación y las redes sociales. En ocasiones se engaña abiertamente o se dicen medias verdades. Otras veces la manipulación de imágenes muy chocantes no nos permite distinguir entre realidad y mentira. Incluso la recuperación de vídeos del conflicto para integrarlas en videojuegos forman parte de este paisaje mediático de opacidad y deslumbramientos terroríficos.
Morbo y propaganda
Ninguno de los bandos en conflicto escapa a la propaganda. Es un arma tan importante como los misiles, los fusiles y los tanques. Se trata de ganar la guerra por la opinión pública, legitimar decisiones políticas, militares y terroristas, y tener un impacto psicológico en el enemigo. Hoy la tecnología permite alcanzar niveles de sofisticación nunca vistos en la guerra informativa. Los terroristas de Hamás se esmeraron en grabar videos de las atrocidades que cometieron en el sur de Israel. Fueron ellos mismos los que difundieron sus asesinatos y secuestros. Fueron ellos mismos los que mostraron al mundo sus botines humanos, ahora rehenes en los túneles de Gaza: ancianas, madres, bebés, niños y mujeres jóvenes.
El gobierno israelí también ha querido que el mundo vea el horror ejecutado por Hamás en kibutzim, en el festival de música y otros poblados del sur. Ha difundido imágenes de una crueldad tal que uno se puede preguntar cuál es el límite de lo que se debe mostrar al mundo.
También se difunden las imágenes desde Gaza, de víctimas humanas y edificios destruidos por las bombas lanzadas por Israel. Las agencias multilaterales como la ONU declaran una crisis humanitaria de proporciones apocalípticas. Esto lleva agua al molino retórico de Hamás, quien refuerza sus acusaciones contra la violencia de la «entidad sionista» (léase Israel).
Guerra por la opinión global
La guerra entre Israel y Hamás ha movilizado a cientos de miles de personas en el mundo. Las manifestaciones propalestinas se han multiplicado en Londres, París, Berlín, Madrid, Barcelona, Montreal, Toronto, Ottawa, Nueva York, Filadelfia y muchas otras ciudades de Occidente. Se han gritado consignas por la «liberación de Palestina» (Free Palestine). Se ha voceado con entusiasmo «desde el río hasta el mar», clamando por la desaparición de Israel. Otros grupos han manifestado a favor de Israel. Pero el alcance y magnitud de estas expresiones de apoyo al Estado judío son mucho más modestas en comparación con los movimientos propalestinos.
En varias universidades en Estados Unidos y Canadá, asociaciones de estudiantes y profesores han escrito comunicados justificando el ataque de Hamás como una acción legítima de resistencia contra la violencia de la colonización. Movimientos que se identifican con la comunidad LGTBQ+ se han solidarizado con los palestinos en Gaza, sin decir nada sobre las víctimas israelíes de los terroristas islamistas de Hamás. Algunos profesores y estudiantes en Harvard han reaccionado ante lo dicho por los grupos propalestinos, en un toma y dame que ya es parte de la rutina de divergencias entre la izquierda radical (llamada woke) y quienes defienden una visión liberal de la academia.
Los grandes medios de comunicación no se salvan de la controversia. En la BBC británica y en la CBC canadiense, dos corporaciones de servicio público de radiodifusión, se instruye a periodistas para que no califiquen a Hamás como terroristas. Se prefiere el uso de los términos militantes y combatientes porque son más «neutros». Así pretenden evitar que la BBC y la CBC tomen partido por un bando u otro, según razonan los directivos de estas corporaciones.
La banalización del lenguaje
Hay una gran ligereza con respecto al lenguaje usado para calificar estos hechos. Del lado israelí se han querido hacer comparaciones con la Shoá (el Holocausto), asimilando la matanza de Hamás contra los civiles en el sur de Israel con los crímenes nazis. Realmente, los horrores perpetrados por las organizaciones islamistas palestinas se asemejan más a los pogromos, asesinatos de judíos perpetrados en Rusia, Polonia y Ucrania en el siglo XIX y principios del siglo XX por antisemitas cristianos.
Del lado propalestino también se ha usado las analogías con la Segunda Guerra Mundial. Se ha dicho que Gaza es el campo de concentración más grande del mundo (el presidente colombiano Gustavo Petro invocó a Auschwitz en su apoyo a los palestinos). Otros han afirmado que la acción terrorista de Hamás es comparable al levantamiento de los judíos del gueto de Varsovia contra los nazis. La comparación es falsa y se hace desde la mala fe. Sin embargo, tiene impacto en personas más jóvenes que no conocen la historia y viven en el presentismo de las redes.
Quienes denuncian los «crímenes de Israel» contra los palestinos en Gaza, los califican como «genocidio». Introducen en sus mensajes la palabra apartheid. Esta retórica ignora los crímenes de Hamás (y de sus aliados de la yihad islámica palestina) y su bombardeo a civiles israelíes con miles de cohetes. Si alguien comete un «genocidio» y tiene una política de «apartheid», ¿no merecería que Hamás mate a casi 1400 israelíes («sionistas» prefieren decir) y tome cerca de 200 rehenes? De nuevo, se recurre a una retórica tremendista para influenciar a quienes no son capaces de ver más allá de las pantallas de sus teléfonos «inteligentes».
Ir a las fuentes originales
La mayoría del público occidental, ya sea que hable español, portugués, inglés, italiano, francés, alemán, holandés, o cualquier otro idioma europeo, no tiene acceso ni le interesa ir directamente a las fuentes que en árabe y en farsi difunden contenidos de comentaristas y líderes árabes e iraníes. Cuando uno va a las fuentes originales se despejan muchas dudas sobre el pensamiento y la retórica pro-Hamás que se difunde en el Medio Oriente.
Por ejemplo, un empresario y político jordano-palestino de nombre Talal Abu Ghazaleh dijo en una entrevista en árabe que «nosotros (los palestinos) le damos la bienvenida a la muerte», lo que no hacen los judíos. Pues la cultura del martirio está, según él, profundamente arraigada entre los musulmanes. Además, para no dejar duda de sus ideas, recordó que un supuesto político alemán amigo suyo le dijo que Hitler no había exterminado a todos los judíos, para dejar algunos vivos con el fin de que el mundo pudiera ver «por qué hay que matarlos».
Por su lado, el Dr. Mahmoud Al-Shajrawi dijo a un medio palestino: «Una maravillosa fatwa (decreto religioso) fue promulgada ayer por la Asociación de Académicos Palestinos. La fatwa permite el asesinato de israelíes en todos los sitios donde se encuentren […]. La mayoría de ellos son soldados o conscriptos del ejército de ocupación. Y cuando regresen (a Israel), tomarán parte en el asesinato de nosotros y de nuestros hijos».
Hamas no acepta disidencias
¿Lo afirmado por Abu Ghazaleh, o el Dr. Al-Shajrawi refleja la opinión de la mayoría de los palestinos de Gaza y Cisjordania? Es casi imposible saberlo. Primero, porque en el marco de un conflicto permanente es muy difícil hacer encuestas que sean confiables y que no estén influenciadas por la alta emocionalidad que la violencia y la percepción de injusticia producen en las personas. Segundo, porque los palestinos no han tenido elecciones democráticas en casi dos décadas.
Es el caso en Gaza desde 2006, cuando Hamás tomó el poder y estableció un gobierno autoritario que no acepta disidencias. Y en Cisjordania desde 2005, cuando Mahmoud Abbas fue electo presidente de la Autoridad Palestina. ¿Son los gazatíes las víctimas de Hamás o su base de apoyo popular? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que las acciones terroristas de Hamás son responsables del sufrimiento de millones de personas, de un lado y del otro de la frontera de Israel.
Fuente Dialogo Político.
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