Por Milton Olivo
RD con un presupuesto deficitario, en tiempos inflacionarios, una alternativa a los subsidios, sería utilizar estos recursos para apoyar emprendedores, impulsar la producción y construir el tejido de agroindustrias que requiere RD, vendiéndose luego para captar inversión.
Suena a romper los cristales de las ventanas a través de la lógica tradicional a través de la cuales optamos por respuestas a los dilemas del presente. Pero donde las opciones son; perpetuar el sufrimiento, condenándonos a paliativos o ganar el beneficio de consolidar nuestra estructura productiva que es el sendero al bienestar.
Es como llegar al objetivo deseado girando en torno contrario al reloj tradicional. Confiando en que el bienestar que se generará, tomando los recursos para los subsidios, para elevar la inversión productiva, la reactivación del comercio, incentivando la generación de empleos, de movimiento de compras y ventas de productos necesarios para producir, compense.
Es evidente que nuestro subdesarrollo y pobreza es fruto de la falta de empleos, de nuestras limitaciones para manufacturar nuestra producción, y crear las condiciones para disponer de productos exportables e incrementar nuestras exportaciones.
Es reinventar nuestra concepción de la realidad, reingenierizar nuestros conceptos y apreciación de la realidad para generar respuestas creativas que simultáneamente den creación a las zapatas productivas necesarias que se sumen a las columnas al edificio del desarrollo nacional.
Es un desafío de encadenamiento creativo. Por ejemplo, existen decenas de miles de millones de dólares y pesos de dominicanos en el exterior y en ahorro interno, que hay que crear los mecanismos para incentivar a sus propietarios a repatriarlos e invertirlos en áreas productivas.
Opción sobran, inversión en construcción de industrias tanto para sustituir importaciones, como para industrializar el sector agropecuario, desarrollo del Mar, de la Acuicultura, y de industrias post industriales, y que luego su valor se convierta en acciones y se venda al público con recursos, ya sean nacionales o extranjeros, lo que mejorar y dinamizará la economía.
Los sectores afortunados, tanto banqueros, industriales, políticos, e importadores, hay que convencerlos-incentivarlos, de que es hora de repatriar sus fortunas e invertirla en un patriótico plan de desarrollo nacional y sustituir importaciones. Cuando importamos, creamos empleos en el exterior. Cuando producimos en el país, creamos empleos en RD. Y ese es el camino al desarrollo.
Un papel honroso del Estado, es enfocar también sus recursos, dando prioridad a la de inversión en construir entidades productivas, para convertirlo en una turbina desarrollista del progreso nacional. Y las demás necesidades posteriormente, la asistimos con los beneficios fiscales generados por la producción.
Así, el Estado y sector privado, estaríamos sembrando las condiciones para hacer realidad a la mayor brevedad, una QUISQUEYA POTENCIA.