Una vez repelido el ataque inicial, esquivando las sanciones occidentales, el Kremlin quiere pasar a la ofensiva. En conversaciones con China, está impulsando la creación de una reserva internacional que merme la hegemonía del dólar. No será fácil: la moneda estadounidense supone hoy el 59% de las reservas globales, mientras la china no llega al 4%.
La invasión de Ucrania abrió otro frente de batalla en el campo económico en el que sí están involucradas las grandes potencias. Occidente sigue empeñado en ahogar financieramente a Rusia, pero a medida que pasan los meses, cada vez tiene menos éxito. Aunque esté sufriendo una profunda recesión, Rusia en ningún caso está entrando en una situación de colapso de pagos como la que esperaban desencadenar Estados Unidos y Europa. El motivo del fracaso de las sanciones es que Moscú ha conseguido “escabullirse” del control del dólar de las transacciones internacionales y conseguir pagos en otras divisas.
Es así como la suspensión del uso del sistema SWIFT para los bancos rusos, que en un primer momento se pensó era el “arma nuclear” contra el sistema financiero del país, ha dado resultados espurios. Rusia sigue operando con sus reservas en oro, con los dólares y euros que recibe por la exportación de gas y petróleo, y con operaciones gestionadas a través de pequeños bancos chinos.
Una vez repelido el ataque inicial, el Kremlin quiere pasar a la ofensiva. En conversaciones con China, está impulsando la creación de una reserva internacional en oposición al dólar. Así lo aseguró Vladímir Putin, a finales de junio. “El objetivo es crear una moneda de reserva internacional basada en una canasta de monedas de nuestros países”, explicó durante el Foro Empresarial BRICS que reunió a empresas de Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica. “Estamos listos para trabajar abiertamente con todos los socios”, añadió.
El objetivo sería crear una cesta de monedas similar a los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional. El FMI incorporó el yuan chino a su cesta de divisas reserva en 2016, después de muchas presiones desde Pekín para acceder a un círculo controlado hasta entonces por el dólar, el euro, la libra y el yen. China siempre ha tenido entre sus ambiciones colocar el yuan en los mercados financieros internacionales para extender su poder, ya sea como divisa de reserva o como sistema de pago. Ahora cuenta con un incentivo adicional: la incorporación de Rusia a esta contienda.
El primer paso ha sido extender las operaciones internacionales en yuanes y rublos con sus socios comerciales para desplazar al dólar y al euro. Dato muy ilustrativo: en los tres primeros meses de la guerra, el intercambio de yuanes y rublos se multiplicó más de un 1.000%, superando los 4.000 millones de dólares, según Bloomberg. Aunque las cifras aún son modestas, marcan el comienzo de un camino para la desdolarización de algunas operaciones comerciales.
La capacidad de Rusia para esquivar las sanciones occidentales, además, ha revitalizado el rublo. De hecho, tras su desplome inicial, cotiza claramente por encima de los niveles previos a la guerra, con una subida de más del 10%. Este movimiento implica exportar inflación a sus socios comerciales (las ventas de crudo y gas salen a precios más elevados) y reducir la inflación importada, ya que las compras en el extranjero resultan más baratas.
En algunos círculos ya se duda de la hegemonía del dólar. Una opinión polémica fue la de Jack Dorsey, cofundador de Twitter, quien publicó en la red: “¿Cuándo perdió el dólar su estatus de moneda de reserva internacional?”. Pero es pronto para hablar de un cambio de paradigma mundial.
No conviene confundir la capacidad de Rusia –país exportador de combustibles con grandes reservas internacionales y que recibe miles de millones de euros y dólares cada mes por el gas y el petróleo– para esquivar las sanciones con, algo muy diferente, pensar que el dólar ha perdido su hegemonía mundial. El “billete verde” todavía ocupa el 59% de las reservas globales. Es cierto que está lejos del 70% que marcaba en la década de los noventa, pero no hay ninguna otra moneda que se le acerque. El euro ocupa el 21% de las reservas y el yuan chino no llega al 4%. Además, el crecimiento del peso del yuan en las reservas se ha producido como consecuencia de una acumulación de esta divisa en Rusia y no por una gran expansión a otros países del mundo.
Un informe reciente del FMI argumenta que esta caída de la relevancia del dólar en ningún caso puede confundirse con una pérdida de hegemonía. Una buena parte de la disminución del dólar se debe al auge de pequeñas monedas nacionales, que están ganando peso en los círculos de influencia de sus países. Esto es, se ha producido una atomización de las reservas, pero no un cambio del dólar hacia otra divisa de reserva. En definitiva, no conviene confundir la capacidad de Rusia para hacer negocio en yuanes o rublos con una gran caída del contexto general de influencia del dólar.
Fuente: Politica Exterior
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