Por: Sara Álvarez Quintáns
El pasado abril, las Islas Salomón firmaron con China un acuerdo de seguridad. El contenido del mismo no se ha hecho público todavía, pero se sabe que su aplicación será de, al menos, cinco años. Las consecuencias para la arquitectura de seguridad en la región del Pacífico pueden tener repercusiones más allá del entorno inmediato.
Las Islas Salomón son un Estado archipelágico situado en el Pacífico sudoccidental. Su capital, Honiara, se encuentra en la isla principal: Guadalcanal. Geográficamente, está próximo a Papúa Nueva Guinea, Vanuatu y Australia. A pesar de que su población apenas supera el medio millón de habitantes, existen numerosos grupos étnicos cuyas relaciones son complejas y de naturaleza conflictiva, lo que ya llevó al gobierno a declarar el Estado de emergencia en 1999.
¿Qué importancia reviste para China un país como Islas Salomón? La respuesta a esta pregunta debe darse en clave geopolítica. Primero, la situación de las Islas permitiría a las fuerzas chinas sobrepasar las barreras conocidas como la primera y segunda cadena de islas —una serie de puntos estratégicos que bloquea la salida de Pekín a la mayor parte del océano Pacífico—.
De esta forma, la nueva posición de China cumple con uno de los principales objetivos de su interés nacional en el Pacífico: desplazar la presencia de Estados Unidos en la región y disminuir su capacidad de influencia.
Otro objetivo de política internacional que se cumpliría sería el de aumentar la presión ejercida sobre Taiwán, al llevar a cabo un cerco sobre la isla contando con medios tanto diplomáticos como militares, si se llegara a dar el caso.
A pesar de que el contenido del acuerdo no se ha revelado, un borrador filtrado del mismo parece indicar que China tendrá acceso a desplazar buques a las Islas, transportar material logístico y hacer escala, además —y puede que esto sea lo más relevante—, de desplegar personal militar para proteger a los nacionales y proyectos chinos en el área.
La posible construcción de una base militar china en las Islas Salomón supondría un duro golpe para las capacidades de defensa de países como Australia y otras pequeñas naciones del Pacífico. Además, los vínculos de cooperación que se puedan establecer en otros ámbitos favorecerían la implantación de China en las Islas en relación con su gran iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road).
La construcción de varios proyectos de infraestructura —puertos, aeropuertos, ferrocarriles…— es una de las principales herramientas empleadas por el gobierno de Pekín en este contexto para ganar influencia más allá de sus fronteras nacionales. El establecimiento de una red logística efectiva en el Pacífico es, de hecho, vital para establecer una conexión comercial con Sudamérica.
Relaciones entre China e Islas Salomón en perspectiva
Al contrario de lo que pueda parecer a primera vista, la relación bilateral entre las Islas Salomón y China no había sido, hasta ahora, especialmente cordial. De hecho, y aunque China es el principal socio comercial de las Islas Salomón, al archipiélago se lo ha llegado a calificar como “país sinófobo”, ya que no es poco habitual encontrar demostraciones de hostilidad contra los negocios pertenecientes a ciudadanos de etnia china, como saqueos e incendios.
Este rechazo social a todo lo relacionado con la presencia china en las Islas deriva de la desconfianza que el crecimiento de la influencia de Pekín está experimentando en las últimas décadas. Esto, por supuesto, sucede en un número importante de países del Pacífico. Y, sin embargo, el gobierno de Islas Salomón ha firmado un acuerdo de seguridad con China.
Hasta septiembre de 2019, la política exterior de Islas Salomón había adoptado la postura de reconocer a Taiwán —y no a China— como Estado. Sin embargo, el primer ministro Manasseh Sogavare decidió dar un giro total a su política tras lo que, presuntamente, fue una pugna de sobornos entre Taiwán y China que, al final, ganó esta última.
Y es que la relevancia de las empresas nacionales chinas no es un asunto a pasar por alto. La China State Railway Group —entre otras muchas empresas pertenecientes a los sectores de transporte y extracción de recursos vinculadas al Partido Comunista Chino— consiguió los derechos para participar en numerosos proyectos de desarrollo de infraestructuras en el archipiélago. La naturaleza opaca de estos acuerdos lleva a algunos expertos a hablar de “trampa de la deuda”.
El hecho de que Islas Salomón cuente con un cuerpo de policía, pero no con unas fuerzas armadas no puede ser entendido como una de las causas principales de que se haya firmado este acuerdo, pero sí que se encuentra en el trasfondo de la naturaleza de las relaciones de seguridad del país. China se ha comprometido, en principio, a proveer de personal militar para ayudar a mantener la seguridad de la capital y áreas adyacentes.
Complicaciones para otras naciones
Para Estados Unidos, este pacto solidifica la presencia china en aguas estratégicas del Pacífico, región que se ha convertido en el principal escenario de competición geopolítica entre ambas potencias.
El principal acierto de China en este escenario ha sido tener en cuenta a los jugadores de menor peso. Con un movimiento que en principio ha supuesto pocos costes, Pekín ha conseguido posicionarse en el escenario geográfico en una situación mucho más ventajosa, a pesar de que los detalles concretos todavía están por materializarse.
Por el momento, el gobierno chino niega toda intención de construir una base naval en Islas Salomón; una posibilidad que significaría, de hacerse realidad, un gravísimo golpe para la influencia estadounidense en el área.
Australia, una de las principales potencias de la región, también tiene motivos para mostrar cautela a la hora de afrontar esta nueva alianza. La posición que el gobierno de Canberra mantiene con respecto al de Pekín lleva varios años siendo uno de los principales elementos de debate en la política australiana. No hay que olvidar que se trata de uno de los aliados más evidentes de Estados Unidos en la región, pero sus vínculos económicos con China no son nada desdeñables.
La presencia de China, todavía más evidente a raíz del acuerdo de seguridad, ha supuesto un reto directo a la posición autoimpuesta de Australia como principal proveedor de seguridad en el ámbito regional. Es posible que, en un futuro no muy lejano, llegue a haber tropas australianas y chinas desplegadas en la misma zona.
En relación con esta idea, es indispensable señalar que Australia es uno de los principales miembros de la Misión de Asistencia Regional a las Islas Salomón —RAMSI, por sus siglas en inglés—, junto con Nueva Zelanda y otras naciones del Pacífico. Esta misión se estableció en 2003 a petición de las Islas, a raíz del clima de inestabilidad e inseguridad que reinaba a nivel interno.
Aunque RAMSI concluyó sus operaciones de apoyo oficialmente en 2017, Sogavare tuvo que volver a pedir formalmente que se desplegaran tropas de la misión en territorio de las Islas Salomón tras las revueltas de Honiara en noviembre de 2021, a pesar de haber basado una parte importante de su carrera política en críticas a la propia RAMSI y a la presencia de tropas extranjeras.
La continuación de la agitación social podría haber sido una de las causas por las que Sogavare ha considerado necesario llevar a cabo un cambio radical de postura, aunque hay autores que señalan que las últimas revueltas en Honiara se debieron, precisamente, al acercamiento entre el gobierno y el régimen chino.
Otros países, como Papúa Nueva Guinea, también se verán afectados por el cambio de dinámica. El estado de la seguridad en Islas Salomón es una fuente de preocupación para Papúa, país que también se beneficia de unas relaciones cercanas con China.
Alinear los intereses de estas dos naciones del Pacífico podría ofrecer ventajas a la hora de construir una arquitectura de seguridad regional más coherente; al menos, en principio. No está claro que a China le interese trabajar en foros multilaterales tanto como a nivel bilateral.
El reciente acercamiento entre China e Islas Salomón sería tan solo uno de los muchos pasos que quedan por dar para estrechar las relaciones de Pekín con el resto de Estados insulares del Pacífico e implantar lo que se empieza a conocer como una “visión común de desarrollo”, que sitúa a numerosos países de la región en la pugna de intereses entre dos grandes potencias competidoras.
Extraido de thepolicanroom.com