Por: Luis Gonalez
Desde que el ascenso del dragón comenzó a ser visible, evidente, imposible de ignorar, muchos, especialmente en “Occidente”, comenzaron a preguntarse: ¿A qué tipo de desarrollo aspira China? ¿Qué significará este desarrollo para el mundo? ¿Es un peligro, una amenaza global?
A estas preguntas y otras que han surgido sobre este asunto, China ha brindado respuestas. En documentos oficiales como el “Libro Blanco: Desarrollo Pacífico de China”, documentos no oficiales, es decir, otros libros, conferencias académicas, artículos, ensayos, se ha dicho lo siguiente: “la nación china ama la paz, por lo tanto, no la no invadirá ni se expandirá, nunca disputará la hegemonía ni será hegemónica, será siempre una fuerza firme en defensa de la paz y la estabilidad mundial y regional”.
Los líderes chinos, en especial el presidente Xi Jinping, el primer ministro Li Keqiang y el canciller Wang Yi, aprovechan cada escenario para recordarle al planeta que el desarrollo de China es sostenido y depende de un mundo en paz.
Hay muchos analistas, intelectuales y académicos occidentales, especialmente aquellos que confían en la perspectiva realista de las Relaciones Internacionales, que no creen que el desarrollo de China sea pacífico. De todos ellos, hay un autor que vengo citando en mis artículos, un neorrealista radical, George Friedman.
Basado en argumentos realistas, Friedman cree que en un momento determinado China será un peligro, aunque todavía no lo es, porque no está preparada militarmente para defender ese ascenso, que el único que está preparado es Estados Unidos, que tiene una presencia militar global, la única que puede invadir y no puede ser invadida, porque es la única que tiene el poder naval para controlar el planeta.
La verdad es que me da pena este tipo de análisis que se basa únicamente en la ley del más fuerte. Con este tipo de análisis no tiene sentido la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ni el Derecho Internacional, porque lo que cuenta es poder invadir, imponerse por la fuerza, repito, por suerte está China, que por el contrario aspira a una sociedad internacional más fuerte y más organizada.
A China nunca le ha interesado ser una potencia para invadir, para imponerse a otras, China insiste, con mucha razón y con mucha base en su accionar en la comunidad internacional, en que su desarrollo es pacífico.
China se prepara para defenderse, para no tomar iniciativas ofensivas, ahí radica la diferencia y aboga por un mundo multipolar, donde prevalezca el respeto mutuo, donde se respete la libre determinación de los pueblos, donde la diplomacia y no el uso de la fuerza o la capacidad de imponerse, sea la base del análisis.
En ese cuadro dantesco pintado por George Friedman, donde la fuerza es la que determinará el futuro de las relaciones entre los pueblos del mundo, nadie gana. A lo que debemos aspirar los ciudadanos del mundo es al establecimiento de la filosofía de paz y armonía que es la base de las acciones chinas. Adelante.