Por: Jose Guedez
Occidente no es solo un área geográfica, es una cultura que ha influido en todo el mundo y que representa valores y principios específicos, como la libertad individual, la legalidad, la igualdad jurídica, el pensamiento crítico, el método científico, los derechos humanos. universalidad, pluralismo y alternancia y separación de poderes.
Su origen es sin duda la cultura grecorromana de la antigüedad, difundida en Europa y luego extendida en América y Oceanía. Desde Atenas, filosofía, democracia y comercio. Desde Roma, el derecho, la ingeniería y la moral cristiana. Luego, a partir de Galileo, se desencadenaron los avances científicos que configuraron definitivamente nuestro planeta y descubrieron nuestro origen y el del universo, mientras se perfilaba el Estado Moderno hasta consolidarse los sistemas democráticos liberales. Es la razón y la conciencia humana venciendo al dogmatismo absolutista y al inconsciente animal o tribal; eso es el oeste.
Pero antes de la guerra en Ucrania ya atravesábamos una crisis existencial, víctima del populismo de ambos extremos. Por un lado, la cultura de la cancelación, que consiste en criminalizar nuestra propia historia borrando su legado, y, por otro lado, el antiglobalismo, que también es antioccidental, porque nada es más global que el cristianismo, el capitalismo, la ciencia, derechos humanos y, sobre todo, la libertad. En ambos casos se trata de agendas que buscan destruir desde dentro las democracias liberales, para sustituirlas por un solo pensamiento y mando unico, como es el caso de Rusia, donde por cierto confluyen ambos extremos ideológicos.
No es exagerado decir que Putin ha pasado más de dos décadas financiando movimientos antiliberales en Occidente, así como aparatos de propaganda y desinformación para debilitar sus democracias. Por eso, cuando Rusia invadió Ucrania, la noticia hasta entonces eran las manifestaciones antivacunas y el derribo de estatuas como las de Churchill y Colón. Hace apenas unas semanas esos parecían ser los problemas, mientras ambos bandos supuestamente antagónicos coincidirían en condenar a la OTAN y la Unión Europea. Es normal que Putin considerara que era un buen momento para atacar, teniendo en cuenta la debilidad y división de las democracias occidentales.
Ahora, con el verdadero enemigo frente a nosotros, podemos entender el meollo del asunto, la lucha que Occidente ha librado a lo largo de su historia y que lo define. Es el eterno dilema, entre tiranía y democracia, totalitarismo y pluralismo, opresión y libertad. Esta guerra nos obliga a unirnos, pero no solo en el contexto bélico, sino sobre todo en el aspecto cultural.
Que el poder tenga límites y los pueblos tengan derechos es el mayor legado de Occidente, en nombre del cual debe recuperar su liderazgo mundial a favor de la libertad y la democracia, combatiendo en todos los campos el ascenso populista que entroniza tiranos por doquier, el cual no sólo generar injusticia y éxodo en sus propias poblaciones, pero también eventualmente amenazar el sustento de todo el Mundo Libre. No podemos ser los mismos después de esto, tanto dolor no puede ser en vano, al menos debe servir para redescubrir nuestros principios y entender el valor de la democracia liberal. Solo así ganaremos la guerra.
José Guédez Yépez, Presidente de la Asociación Causa Democrática Iberoamericana
Extraido de Politika UCAB
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