Por: Dan Sabagg
Según uno de los jefes de la Inteligencia británica, los asesores del líder ruso tienen «miedo» de decirle la verdad. Sin embargo, existen dudas sobre la pertinencia de estas palabras.
“Creemos que los asesores de Putin tienen miedo de decirle la verdad”, dijo esta semana Jeremy Fleming, director de GCHQ, siglas de Government Communications Headquarters, uno de los tres servicios de inteligencia de Gran Bretaña. Una declaración sorprendente proveniente de un funcionario del servicio secreto que no proporcionó ningún detalle de respaldo. La impresión fue que se trataba de una pieza más en una guerra psicológica del tipo “sabemos que no todo va bien en el Kremlin”.
No fue un comentario aislado. Unas horas antes, el gobierno de Estados Unidos había compartido información similar, mostrando la coordinación entre los dos países. “Tenemos información de que Putin se sintió engañado por el ejército ruso”, dijo uno de los estadounidenses, señalando que el líder ruso inicialmente no sabía que estaban enviando reclutas militares a la guerra.
Las conclusiones no parecen sorprendentes teniendo en cuenta que Rusia no ha logrado una victoria rápida sobre Ucrania. El dominio de Putin sobre el Kremlin y sus figuras clave tampoco es una revelación.
Las declaraciones de Fleming pretendían recordar la forma en que el presidente ruso trató a Sergei Naryshkin, jefe de la agencia de inteligencia exterior SVR, en aquella reunión destinada a acordar el reconocimiento de las autoproclamadas repúblicas del Donbas ucraniano. “Hable claramente”, repitió Putin mientras Naryshkin luchaba con sus respuestas. El líder ruso sonrió, en lo que se ha interpretado como un cierto disfrute del momento de miedo que se reflejó en el rostro de su subordinado. Naryshkin es visto como un hombre de poder, un miembro de la línea dura del Kremlin que conoce al presidente desde al menos principios de la década de 1990.
Algunas declaraciones cuestionadas
Los informantes del GCHQ siempre son reacios a entrar en detalles, aunque insisten en que su conocimiento de la Kremlinología es riguroso. Pero es difícil no ver el efecto propagandístico de tales afirmaciones cuando se incorporan al discurso de un jefe de espionaje para la cobertura de los medios.
El discurso de Fleming también contenía otra afirmación sin fundamento: que las fuerzas rusas han estado «incluso derribando sus propios aviones por accidente». El único propósito posible de esa declaración, que parecía cubrir más de un plano, era dejar claro al Kremlin lo que Occidente cree que sabe.
Entre los que han estado dentro del gobierno británico hay división sobre la idoneidad de permitir que los funcionarios de inteligencia hagan afirmaciones tan fuertes. “Mi opinión es que Fleming solo debe hablar a partir de datos obtenidos en trabajos de inteligencia; si no, te arriesgas a desinformar a Occidente”, dice un exmiembro de los servicios de inteligencia que ha pedido no ser identificado.
Pero, según el ex asesor de seguridad nacional Peter Ricketts, está claro que Putin se ha vuelto «aislado e intolerante con las críticas». Publicar las conclusiones de los servicios de inteligencia sin revelar las fuentes, dice, es continuar con lo que se hacía antes del conflicto.
Aciertos y errores
Es cierto que las predicciones de antes de la guerra de los servicios de inteligencia occidentales resultaron ser correctas. Aunque la mayoría pensaba que los invasores tendrían más éxito, su predicción era que Rusia invadiría Ucrania bajo las órdenes de Putin y trataría de lograr una victoria rápida sitiando Kiev y otras ciudades importantes.
Ahora parece que el objetivo de Fleming es poner la responsabilidad de la guerra en una sola persona. “Cada vez más, la impresión es que Putin ha juzgado mal la situación”, dijo también el jefe de espionaje. El comentario, de nuevo bastante obvio, no parece muy diplomático si se entiende que cualquier posible alto el fuego o acuerdo de paz necesitará del líder ruso.
También existe el peligro de que Occidente haya confiado demasiado en las divisiones y dificultades de los rusos y se arriesgue a exagerar sus afirmaciones. Eso fue lo que sucedió durante el período previo a la guerra de Irak. El ex miembro de los servicios de inteligencia británicos consultado para este artículo responde: “Era cierto que había una unidad iraquí con la orden de poder desplegar armas químicas en 45 minutos; pero eso no implicaba lo que luego se dijo en el Parlamento británico y lo que se informó en los medios”.
Dan Sabbagh,Periodista en el Guardian, Defence + security editor
extraido del diario.es, original de The Guardian.
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