Por: Alfredo de la Cruz
En un momento en que la imagen del Gobierno de Israel estaba siendo dañada por los acontecimientos que comenzaron cuando la policía israelí erigió vallas para impedir el acceso a los escalones de la Puerta de Damasco, la principal vía de acceso a Jerusalén Oriental, en un intento de impedir las concentraciones de palestinos israelíes Para que no protestaran por las tensiones provocadas por el inminente pronunciamiento de los jueces de la Corte Suprema de Israel, respecto al desalojo de familias palestinas del barrio Sheikh Jarrah, la Organización Islámica Hamas entró en escena lanzando cohetes desde gaza a Israel, cambiando completamente el escenario.
La mejora y refinamiento de sus cohetes, esta vez, sorprendió a los propios israelíes. Porque hace unos años, los rudimentarios cohetes Qassam, sin sistema de guiado, solo podían alcanzar las ciudades del sur de Israel, como Sderot y Ashkelon, situadas cerca de la Franja de Gaza. Pero ahora, estaban llegando a Jerusalén y Tel Aviv.
Israel no se hizo esperar y respondió con una colosal represalia enviando una andanada de misiles sobre la Franja de Gaza, con una acción devastadora. La mayoría de los misiles lanzados desde la Franja de Gaza fueron interceptados por la «Cúpula de Hierro» o Iron Dome, el sistema de defensa aérea israelí. Pero debido a la gran cantidad de cohetes lanzados (más de 4.000) desde la Franja de Gaza, algunos no pudieron ser neutralizados y alcanzaron ciudades tan alejadas de Gaza como las ya mencionadas: Jerusalén y Tel Aviv.
El pasado mes de mayo entró en vigor una tregua entre Israel y Hamás. Para poner fin a once días de escalada bélica que dejó más de 200 muertos en Gaza y 12 en Israel. Ambos bandos se han adjudicado la victoria, tras esta tregua negociada por Egipto.
Estos enfrentamientos entre el Ejército israelí por un lado y Hamás y la Yihad Islámica en Gaza han sido los más graves desde el conflicto de 2014. Han sido provocados por Jerusalén Este y se han extendido a Cisjordania y ciudades mixtas en Israel.
Pero, ¿quién se beneficia de esta última escalada en este conflicto histórico?
Antes de que comenzara esta nueva escalada, todos daban por hecho que Benjamin Netanyahu, el primer ministro en funciones de Israel, sería finalmente destituido del cargo que ha ocupado durante más de 12 años. Después de 4 elecciones en los últimos 2 años, fracasaron todos los intentos de formar un nuevo gobierno. Tras los intentos fallidos, estaba sucediendo algo sin precedentes: se estaba formando una coalición política en la Knesset, el Parlamento de Israel, para la creación de un gobierno que, por primera vez en la historia de Israel, incluiría un partido árabe, junto con otro centro, derecha y facciones ultranacionalistas. Un grupo tan disímil que solo les unía su oposición a Benjamin Netanyahu.
El presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, dio el mandato de formar gobierno al líder opositor Yair Lapid, un laico de centro. Sin embargo, cuando se dieron los pasos finales para formar el gobierno, la violencia estalló en Jerusalén Este y se extendió rápidamente por Israel y la Franja de Gaza, generando la peor escalada de violencia desde 2014.
Cabe destacar, las diferencias entre los lideres político palestino, la mencionada escalada también ha puesto de manifiesto la gran crisis del liderazgo palestino, dividido desde 2007 cuando Hamas expulsó de la Franja de Gaza a Al Fatah, la organización política de Mahmoud Abbas. Entonces, por un lado, tiene a la Autoridad Palestina liderando a Al Fatah gobernando Cisjordania durante 16 años y, por otro lado, tiene a Hamas gobernando la Franja de Gaza de facto desde 2007.
La estrategia de Hamas es posicionarse como los verdaderos líderes de los palestinos en sustitución de Al Fatah, construyendo la historia de que ellos son la resistencia y los únicos que pueden dañar a Israel con sus cohetes y su prestigio internacional. De esto último creo que ya no hay dudas. Por si fuera poco, el pasado abril 2021 Mahmoud Abbas pospuso indefinidamente las elecciones palestinas. Citando como causa, las restricciones de voto que Israel había impuesto a los residentes de Jerusalén. Sin embargo, muchos piensan que, más bien, se debe a la poca popularidad que muestra en las encuestas.
El conflicto con Israel permite a Hamas presentarse como un defensor de los palestinos y posicionarse favorablemente frente a un Mahmoud Abbas envejecido y debilitado. La escalada actual mostró una Organización Hamas liderando la lucha para defender Jerusalén y el honor de los palestinos. Esto contrasta, para los palestinos, con la actuación de la Autoridad Palestina, que no ha respondido directamente a las tensiones en Jerusalén. A pesar de mucha desconfianza la gente prefiere a Hamás. Entonces Hamas no necesita ganar en este conflicto con Israel. Ya que la estrategia de resistir una y otra vez te permitirá salir victorioso.
Por otro lado, tenemos a la República Islámica de Irán, que bajo la administración de Donald Trump perdió influencia diplomática en la región cuando Emiratos Árabes Unidos y Baréin, sus rivales en el Golfo Pérsico, firmaron los “Acuerdos de Abraham” que llevaron a normalizar sus relaciones con Israel, la escalada del conflicto causó gran vergüenza a los Estados que firmaron esos acuerdos y ya no saben qué hacer con ellos.
Inteligentemente, el régimen de los ayatolás está esperando que esos acuerdos se derrumben a medida que aumenta la ira y la indignación árabe contra Israel. Pues piensa que puede haber oportunidades cuando sus enemigos estén debilitados y no tenga opciones en las negociaciones con Israel. De ahí que muchos analistas sientan las manos de Irán, detrás de la potencia de fuego con la que Hamas atacó a Israel el pasado 11 de mayo, algo sin precedentes. Y la Yihad Islámica, todos sabemos que su principal partidario es Irán.
Así, Irán mantiene su interés a largo plazo por recuperar terreno en el mundo árabe y ve en los palestinos una causa con la que puede cobrar gran relevancia y competir de tú a tú con Arabia Saudí, su principal rival en la región.
Por todas estas razones, a pesar del alto el fuego, hay pocas posibilidades de una solución duradera al conflicto palestino-israelí y es muy probable que el reloj ya haya comenzado a correr para la próxima escalada.