Por: Casilda Mercedes H.
Revisado: Luis Ros
Mediante el decreto No. 466-20 de fecha 11 de septiembre de 2020, el Presidente Luis Abinader dejó conformada la Comisión Multisectorial para la coordinación, elaboración y ejecución de la estrategia nacional de marca país. Conformada por una minuciosa selección de funcionarios públicos y prominentes empresarios, y encabezada por el principal mandatario, su objetivo fundamental apunta al crecimiento económico del país impulsado por la inversión extranjera, las exportaciones y el turismo. Además del impacto positivo que genera una estrategia general, debemos reconocer también que estos esfuerzos a nivel internacional encuentran apoyo importante en la producción local de los alimentos y bebidas y en la imagen favorable que ha venido construyendo la gastronomía dominicana en los últimos años.
La gastronomía es patrimonio cultural inmaterial de la nación y, según la definición de la Real Academia Española (RAE), su significado es “el conjunto de los platos y usos culinarios propios de un determinado lugar”. Con sólo ver esta definición de la RAE, podemos inferir que cualquier incremento en la actividad gastronómica repercute directa y positivamente en la economía del país pues dinamiza todos los sectores que intervienen en la producción, distribución y servicios relacionados con los alimentos y bebidas que llegan a nuestras mesas. Y, hablando de marca país, la República Dominicana puede hacer alarde internacional de su tabaco, el café, el cacao, el ron, la cerveza, la producción de azúcar de caña, el banano orgánico, el casabe, el aguacate y el mango, entre otros, todos componentes de nuestra gastronomía.
En definitiva, cuando logramos vender a turistas e inversionistas extranjeros las bondades de la República Dominicana, más allá de sus hermosas playas, crecemos económicamente y se fortalece igualmente la autoestima nacional. Siendo la gastronomía parte intrínseca de toda actividad humana y, en consecuencia, componente importante de nuestra identidad nacional, invitamos a la mencionada Comisión Multisectorial, cuyo objetivo es forjar estrategias para el debido posicionamiento internacional de nuestra marca país, incluir a la gastronomía dominicana como elemento fundamental de promoción.
En nuestro caso, la gastronomía, en el entendido de ser un patrimonio cultural intangible, tiene además del valor agregado que le añade la cultura, la singularidad de los productos, y las características propias que le hacen única y diferente en todas partes del mundo; constituyendo las bases para ser el hilo conductor que coadyuve a la construcción de la denominada marca-país.
Brillat Savarin, jurista y político francés del Siglo XIX, quién además publico el primer tratado de gastronomía conocido en el mundo, titulado “Fisiología del Gusto”, dijo «Un pueblo es lo que come«. Basado en ello, cuando nos proponemos promover lo que somos, la gastronomía es la bandera que mejor nos identifica; es tan rica y variada como nuestros orígenes taínos, españoles y africanos, y puede ser la llave que nos abra la puerta al éxito de este proyecto de marca país tan anhelado por largo tiempo.
Además del enorme terreno que hemos ganado en el sector Turismo, habiendo mantenido e incrementado su liderazgo regional, no es menos cierto que la gastronomía del país ha tomado velocidad propia. Con reconocimientos internacionales como el realizado por la Academia Iberoamericana de Gastronomía (AIBG), designando a la ciudad de Santo Domingo como Capital de la Cultura Gastronómica del Caribe durante el período 2017 y 2018; la promulgación de la Ley No. 20 de Gastronomía Dominicana; la constitución de la Comisión de Diplomacia Gastronómica por parte del MIREX; la visita al país de múltiples renombrados chefs internacionales con estrellas Michelin como, por ejemplo, Martín Berasategui, Mark Keller, Joan Roca, Jordy Roca, Virgilio Martínez, Jorge Vallejo, Luis Adoni Aduriz, Jesús Escalera; la elaboración de la primera Guía Gastronómica Dominicana de la Academia Dominicana de Gastronomía, entre otros importantes acontecimientos, confirman el mensaje que queremos transmitir.
República Dominicana posee incuestionablemente todos los atractivos en cuanto a variedad, combinaciones y originalidad en su amplio catálogo de oferta culinaria que cualquier conocedor y amante de la buena cocina desearía experimentar. Don Luis Ros, presidente de la Academia Dominicana de Gastronomía, considera que la cocina dominicana necesita de ese elemento “sexy” que a través de la innovación culinaria nos permita lograr una presentación de nuestros platos autóctonos más atractiva a los comensales extranjeros; y esto conlleva a la continua preparación y tecnificación de nuestros cocineros y cocineras.
Como podemos apreciar, el proyecto de Marca País, conjuga un conjunto de prácticas, elementos, valores y cualidades diferenciadoras que conforman una imagen de nación. Nuestra aspiración y propuesta es que nuestra bandera gastronómica sea representada por productos, platos, imágenes e información que estimulen la llegada de turistas e inversión extranjera, y también promuevan emprendimientos gastronómicos fuera de nuestras fronteras.
Las experiencias de sabor en la República Dominicana son diversas y su memoria se queda y nos invita a regresar. Todas las regiones del país tienen su riqueza culinaria que propician el turismo gastronómico. En cualquier punto del territorio nacional, por ejemplo, podemos comer la “bandera dominicana”, un rico y nutritivo plato que combina el arroz blanco servido con habichuelas rojas, carne guisada (de pollo, res, cerdo, chivo o guinea), y ensalada de lechuga, tomate y aguacate, servido regularmente con tostones. Innumerables son los platos que nos caracterizan en los distintos puntos del país, como el sancocho de siete carnes, con variaciones del mismo, el pescado o camarones con coco de Samaná, el pescado frito y el yaniqueque en Boca Chica, el chivo liniero en Monte Cristy y, para el desayuno, el memorable mangú con queso frito, huevo y salami.
Finalmente, reitero que la bandera de la gastronomía dominicana debe izarse hasta el tope de la asta, exhibiendo con orgullo sus colores, olores y sabores. Esto requiere trabajar con nuestros platos icónicos desde una filosofía de rescate de su esencia, aprovechando la evolución en las técnicas de preparación y presentación. Cada plato es un embajador de nuestra gastronomía y debe llevar en sus entrañas, como Caballo de Troya, nuestro carisma y cultura, la forma de vivir la pasión caribeña, nuestro mestizaje y la manera de gozar la vida que nos hace tan únicos en el mundo.
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